Varios estudios han mostrado que entrenarse con menos frecuencia puede favorecer que tengamos un mayor riesgo de desarrollar lesiones músculo-esqueléticas. La mayoría de los tejidos responden mejor a los pequeños estímulos frecuentes. Cuanto más frecuente es el estímulo, más se estimulan los procesos de adaptación y más fácil se hace el aprendizaje de la biomecánica. En otras palabras, es preferible correr con más frecuencia incluso si las salidas son más cortas.